Los niños, en el momento de nacer, deben ser capaces de empezar a afrontar los grandes cambios que se dan al salir de la calidez y seguridad del útero y llegar a un mundo lleno de nuevas experiencias y obstáculos a superar. Para esto, la naturaleza les ha otorgado un arsenal de respuestas automáticas que se activan ante estímulos específicos. A estas respuestas las llamamos reflejos primitivos y están relacionadas directamente con la capacidad de supervivencia de los recién nacidos.
A nivel anatómico, estos reflejos se desarrollan en la estructura del cerebro, conocida como tronco encefálico. Su ejecución no se encuentra mediada por la corteza cerebral, como sí ocurre en las respuestas complejas de los movimientos realizados durante la edad adulta.
¿Cómo funcionan los reflejos primitivos?
Estos reflejos dan paso al desarrollo del movimiento coordinado y voluntario, que constituye un paso importante en la vida de los niños. Donde su correcta evolución tendrá un efecto organizador, viéndose reflejado en lo que respecta a sus sentidos, mejoras en el equilibrio, desarrollo óptimo de la capacidad respiratoria, capacidad de comunicarse a través del lenguaje (oral, escrito o gestual) y la coordinación motora, con especial énfasis en los movimientos que involucran la visión y las manos, siendo éstas esenciales para actividades posteriores como la escritura.
Los reflejos primitivos son la base sobre la cual madura el sistema nervioso, favoreciendo la instauración y el perfeccionamiento de estructuras neuronales más complejas. Además permitirán la integración de las señales, las cuales otorgan al niño las habilidades para realizar actividades más complejas con una perfecta coordinación.
Las primeras señales de estos reflejos se dan en el útero materno, donde el feto, al recibir información sensorial a través de sus sentidos, da como respuesta los llamados reflejos de retirada y reflejos medulares. El abanico de reflejos primitivos se irá ampliado hasta el nacimiento del bebe y serán característicos durante su primer año de vida.
Aunque estos reflejos son de vital importancia para la supervivencia de los recién nacidos, deben ser madurados e integrados, dando paso a los reflejos posturales controlados por las partes superiores del cerebro, como la corteza cerebral. Investigaciones al respecto, indican que la no desaparición de estos reflejos o su incipiente integración generan una detención del desarrollo del sistema nervioso central, dando como consecuencia alteraciones en el correcto desarrollo de las habilidades motoras, así como alteraciones en la percepción sensorial y la capacidad cognitiva del niño.
Reflejos primitivos que podemos observar en el bebé
Algunos de los reflejos primitivos que nos servirán para evaluar el buen estado cognitivo y motor de los bebés, son los siguientes:
Reflejo de Succión
Este reflejo particularmente importante, garantizará que el recién nacido pueda tomar el alimento del pecho de su madre. Se hace notar al rozar los labios del bebé, activando como respuesta la búsqueda y succión de lo que este generando el estímulo.
Reflejo de Galant
Este reflejo se activa durante el proceso de parto, donde el bebé adopta la posición adecuada y realizará los movimientos precisos que le permitirán salir de manera exitosa durante el parto. En los primeros meses del niño, este reflejo se puede observar acariciando suavemente a los lados de la columna, mientras el bebé se encuentra tumbado boca abajo. Esto hará que el bebé se voltee en dirección del estímulo, con un movimiento característico que recuerda una danza.
Reflejo del Moro
Es una respuesta de alarma primaria, la cual se inicia al realizar algún estímulo no esperado por el bebé. Este se puede observar colocándolo acostado boca arriba y dejándolo descender súbitamente, esto provocará que extienda sus manos, flexione ligeramente sus caderas y es probable que le produzca llanto.
Reflejo Tónico Laberíntico
Este reflejo es crucial para ayudar al niño a adecuarse a los nuevos ambientes, a los cuales se afronta después del parto, en el cual las condiciones gravitacionales han cambiado, permitiéndole reforzar su musculatura y mejorar su equilibrio. Lo podemos observar al colocar al bebé acostado boca arriba, lo que producirá que este intente llevar su cabeza hacia atrás y se estire. Por otro lado, cuando el bebé es colocado boca abajo, predominará un encogimiento del cuerpo.
Reflejo Tónico Asimétrico
Es un reflejo característico de los primeros dos meses de nacimiento. Al mantener al niño boca arriba y girar su cabeza a un lado colocando su mandíbula sobre su hombro, vamos a poder observar como el brazo y la pierna de ese lado se extenderán, mientras que el brazo y la pierna del lado opuesto lo flexionan ligeramente.
Reflejo Palmar
Al presionar suavemente la palma de la mano, produce que se cierren los dedos, esto se observa principalmente durante los primeros cuatro meses de edad.
Reflejo de Babkin
Esta respuesta se observa al oprimir ligeramente las dos palmas de las manos del bebé, cuando este se encuentra acostado boca arriba, notaremos que el pequeño abrirá la boca, cerrara los ojos y girara la cabeza.
Reflejo del Paracaídas
Este tipo de reflejo se observa en niños de más de cuatro meses que aún no han comenzado a caminar. Para esto, debes sostener al niño de manera erguida y girar su cuerpo rápidamente, imitando de esta forma una caída, sus brazos se extenderán para evitar la caída.
Reflejo De Landau
Al suspender al bebé boca abajo y con la cabeza flexionada, hará que el niño extienda la cabeza, el tronco y las piernas e inmediatamente seguido de esto, flexionará todo el cuerpo.
Reflejo de Natación
Al colocar al bebé con el vientre sobre el agua en una bañera o en una piscina, este comenzará a mover los brazos y las piernas, exhalando el aire por la boca.
¿Deben desaparecer? Consecuencias de la persistencia
Es importante destacar que estos reflejos se observan hasta los 12 meses de edad: su prolongación puede deberse a factores relacionados con el embarazo o a poca movilidad y estímulo del niño. Si observa la persistencia de estos reflejos, consulte a su pediatra, ya que tanto la persistencia como la ausencia de éstos pueden ser el reflejo de algún evento neurológico que deba ser atendido.
Entre las consecuencias que podemos observar en los niños que presentan estos reflejos después de haber transcurrido más del año de edad están:
- Musculatura con un menor o mayor desarrollo al normal, poco equilibrio y coordinación motora.
- Problemas para sentarse, tomando una posición en forma de “w”.
- Problemas oculomotores, disminución de la capacidad espacial, dificultad en la lectura, donde existe la confusión entre las letras.
- Dislexia y dificultades de aprendizaje.
- Dificultad con actividades que involucren la motricidad fina, haciéndose notar con una cantidad de movimientos excesivos con la boca al realizar estas actividades.
- Problemas de atención y concentración.
- Pobre control de los esfínteres.
- Mareos.
- Se observa efectos sobre el autoestima, viéndose reflejado en el comportamiento del niño, los cuáles suelen ser muy miedosos.
- Problemas de organización e impulsividad.
Debido a las múltiples consecuencias que pueden observarse, es importante dedicar parte de nuestra atención y detallar la presencia de estos reflejos durante los primeros meses de vida. Así como la desaparición de los mismos, una vez transcurrido el primer año, lo que nos permitirá estar alerta por si existe algún problema neurológico, asegurándonos de esta forma poder brindarle al niño una atención temprana.
En nuestro hogar, es posible ayudar a nuestros niños estimulándoles con juegos, realizando pequeños movimientos repetitivos y rítmicos imitando los movimientos naturales. Esto ayudará a mejorar su motricidad, estimulará su desarrollo y ayudará a mejorar la integración de estos reflejos primitivos, permitiéndoles desarrollar movimientos más complejos y de respuestas más adecuadas a medida que avanza en su crecimiento.
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