La existencia de falsos mitos sobre el síndrome de Asperger y el autismo en general, al igual que información errónea sobre cualquier enfermedad, puede evitar que la persona afectada reciba tratamiento adecuado. En el siguiente post se tratará de separar entre la verdad científica y los tópicos asumidos como verdades.

Acercamiento al síndrome de Asperger

El síndrome de Asperger se considera una alteración del desarrollo relacionada con el espectro autista (TEA). Por tanto, un portador de Asperger siempre es autista, aunque todo afectado por TEA no es necesariamente un caso de Asperger. Se considera que es una forma de autismo de alto rendimiento que, a diferencia de autismo clásico, no provoca retrasos significativos en el desarrollo del lenguaje y el desarrollo cognitivo. Las personas portadoras de este síndrome (cuya etiología es todavía desconocida) se caracterizan por un persistente deterioro de la interacción social, patrones repetitivos y estereotipados de comportamiento, e intereses y actividades muy definidas.

Alguien con Asperger, si recibe el adecuado entrenamiento, llevará una vida feliz y productiva plenamente integrado en la sociedad, con realización personal y laboral. De su aprendizaje depende la calidad de esa integración.

Sintomatología del síndrome de Asperger

En áreas como la afectiva y social, son personas que muestran tendencia al asilamiento, incapaces de entender las reglas implícitas de una conversación, o de entender los dobles sentidos, modismos o metáforas. También les falta empatía, y se despreocupan por las reacciones de los demás, con dificultad en el reconocimiento de caras (prosopagnosia). Poseen baja tolerancia a la frustración y muestran ansiedad y fobias peculiares.

En cuanto a los trastornos sensoriales, pueden manifestar una excesiva o reducida sensibilidad táctil, o torpeza y falta de coordinación. Les cuesta tomar una decisión rápida o planificar algo hacia el futuro. Su autonomía personal es pobre y les cuesta organizarse o ejecutar tareas simultáneas. Prefieren moverse en una espera racional y tienden a ser personas sistemáticas, apegadas a sus rutinas y detallistas. Crean sus propios sistemas de aprendizaje, particular estilo cognitivo que utiliza sus sistemas de aprendizaje; muestran hiperlexia (adquisición precoz de la lectura).

En la primaria puede pasar desapercibido un caso de Asperger, pero a menudo los maestros detectan problemas en la integración del niño. Los pequeños pueden ser víctimas de acoso o aislamiento escolar por parte de los compañeros. Dichos problemas pueden continuar en la vida adulta.

Con las estrategias dirigidas a la adquisición de las habilidades necesarias para la vida cotidiana, las personas con síndrome de Asperger pueden ser capaces de encontrar su camino, su propia manera de vivir en el mundo. Un caso emblemático de integración y triunfo en la vida de una persona autista con Asperger es el de la zoóloga, etóloga y profesora estadounidense Temple Grandin.

Falsas verdades sobre el síndrome de Asperger

El autismo es en sí una discapacidad oculta, porque resulta imposible distinguir a simple vista quién es portador del síndrome y quien no (esa es otra leyenda urbana, por cierto). Desde que los niños con TEA son incapaces de mentir (si que pueden, pero se les da fatal disimular), hasta que sienten aversión por el deporte o que son producto de unos malos padres, los mitos sobre el TEA y el Asperger en particular se basan en medias verdades o leyendas infundadas. Por ejemplo, un niño con el síndrome puede sentir aversión a que lo toquen, como dice un mito, pero sólo si es un caso con hipersensibilidad al tacto y se le toca de determinada forma o por sorpresa; pero el mismo pequeño si puede recibir un masaje y le resultará relajante.

La profecía autocumplida

Una falsedad muy asumida por quienes desconocen el síndrome, consiste en suponer que son niños solitarios o que no son capaces de trabar amistades. Esta creencia parte del error de confundir la personalidad introvertida con la falta de sociabilidad, descartando a las personas extrovertidas como posibles afectados por TEA. Este tópico es tan falso, como el de que son incapaces de mantener el contacto visual. Si bien algunos niños pueden tener dificultades en ese aspecto, también pueden superarla con el adecuado entrenamiento.

Los trastornos del espectro autista no discriminan la personalidad, y alguien extrovertido puede ser portador de Asperger. Un niño con el síndrome puede expresarse de una forma particular respecto al resto de la gente, pero se lanzará a hablar sobre temas que le apasionan sin noción del paso del tiempo.

La diferencia entre los niños introvertidos y los extrovertidos asperger es que el último intenta tener muchas más interacciones sociales, pero de forma equivocada. Por ejemplo, un niño empuja a otro como forma de comunicarse, y desconoce (hasta que se le explica) que es una forma de interactuar excesiva, pues les cuesta comprender los rudimentos sociales.

Esta falsedad puede convertirse en una realidad si el niño con TEA recibe críticas o castigos por sus intentos de comunicarse, pues es muy sensible al rechazo. Entonces sí puede optar por encerrarse en sí mismo y evitar el contacto con los demás para no verse como un bicho raro y que no le duela el rechazo. Llegado a la adultez, puede caer en la cuenta de que le gustaría tener amigos, pero tendrá dificultades para integrarse en grupos de gente por su falta de habilidades sociales. Cuando el joven persevere, llegará a tener algunos amigos muy cercanos, pero será un grupo pequeño de gente.

Los niños con Asperger son empáticos y bienhumorados

Existe la creencia de que carecen de sentido del humor, porque parece que no son reidores. Muchos pequeños con TEA gozan de un buen sentido del humor y, a menudo responden bien incluso a la ironía o el sarcasmo, hasta el punto de aprender a utilizarlo. Recuerda que dentro del TEA el Asperger es una forma de alto rendimiento del autismo.

Este alto rendimiento personal también apareja la leyenda urbana de que los niños con Asperger son superdotados, pero es perfectamente normal tener este tipo de TEA sin ninguna habilidad milagrosa. Algunos niños con TEA gozan de una buena memoria y capacidades matemáticas notables. Los más inteligentes pueden resultar pequeños profesores si tratan de sus intereses favoritos, pero la mayoría tendrá un CI normal. Del mismo modo, algunos pequeños también mostrarán cierto retraso mental.

Los niños TEA tienen empatía. El problema reside en que deben aprender cuándo aplicarla, y saber interpretar las expresiones faciales y lenguaje corporal. Por ejemplo, un autista puede malinterpretar una señal clara de tristeza o dolor como el llanto de otra persona, hasta que no se le explique lo que significa. Esta falta de comprensión da pábulo a la falsedad de que no saben mostrar afecto, y menos a través de besos y abrazos. Simplemente tienen su propia forma de mostrar el cariño, tan variable como las personas.

Recuerda que no existen en el mundo dos casos de TEA iguales. Por ejemplo, muchos niños con TEA pueden relacionarse con la gente a través de los objetos. Un niño podría mostrar su afecto por otra persona dándole un objeto que le resulta especial en su mundo, e incluso puede llegar a permitir que la persona merecedora de su afecto toque sus cosas favoritas. La persona no autista puede no comprender el gesto y herir los sentimientos del niño con TEA, y de nuevo volveríamos a la profecía autocumplida.